Acoso escolar – Prevención, detección y actuación

Acoso Escolar (Bullying) – Prevención, detección y actuación

¿Qué es el Bullying?

El objetivo del presente post, al igual que todos los que se han publicado y se publicarán en un futuro en este blog, no es otro que ayudar a quien pueda necesitarlo. Por ello, lo principal y necesario antes de abordar el acoso escolar o «Bullying», es, saber qué es exactamente, y para ello vamos a ver las dos definiciones que creo que más se ajustan a la realidad actual. Para OLWEUS (1998, p. 25) existe acoso escolar cuando “Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos”. Por su parte, para UNESCO (2019, p. 14) se trata de un «…comportamiento agresivo que implica acciones negativas no deseadas, se repiten durante un tiempo y en desequilibrio de poder o fuerza entre acosador o acosadores y la víctima.». Estas mismas definiciones son totalmente válidas también para el acoso a través de las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante TIC).

Acerca de los tipos de acoso que existen, podríamos destacar los siguientes:

  • Acoso físico directo – Cualquier contacto corporal de naturaleza agresiva o con intención de dañar o molestar, causando esta mayor o menor lesión, tales como empujones, puñetazos, zancadillas, tirones de pelo, etc.

  • Acoso físico indirecto – Se trata de humillar a la víctima rompiendo o escondiendo su material escolar o cualquier otro artículo perteneciente a la misma.

  • Acoso verbal – Se trata del más habitual de los tipos y también el que más se pasa por alto, tales como insultos, motes, burlas, mofas, etc.

  • Amenazas – A través de las amenazas, utilizando el miedo como arma, el acosador intenta obligar a su víctima a realizar u omitir algún acto en concreto.

  • Exclusión social – Tal vez, el más dañino de todos, ya que la finalidad de este tipo de acoso es aislar a la víctima del resto de los escolares, no dejando que esta interactúe con ellos en ninguna actividad grupal, resultando totalmente devastador para el desarrollo personal y emocional de la misma, minando su autoestima hasta límites, en ocasiones, irreparables.

  • Acoso sexual – Aunque estadísticamente es el tipo de acoso que menos se produce, no por ello es menos importante, ya que las consecuencias de este son terribles para la víctima, tanto a corto como a largo plazo. Se puede producir de forma tanto física, a través de roces y tocamientos, como verbal, con comentarios de naturaleza sexual.

¿Qué actores intervienen?

El acoso escolar no solo trata de un acosador instigando a una víctima, son más los actores intervinientes en estos episodios, cada uno con un papel que jugar. Por norma, todo se enfoca en las dos figuras ya mencionadas, pero no debemos obviar también por un lado a los testigos, tratándose en la mayoría de los casos de alumnos y por otro de los adultos, componiendo este grupo tanto profesores, como directores de centros escolares, así como los padres de los estudiantes, sean estos víctimas, acosadores o testigos.

¿Cuáles son las consecuencias?

Cuando hablamos de consecuencias, no solo nos referimos a las sufridas por parte de las víctimas, sino a todas y cada una de las partes antes mencionadas. Las víctimas son, por supuesto, las que peor parte se llevan, ya que, poniéndonos en contexto, tenemos que entender que se trata de personas que se encuentran en pleno desarrollo de su personalidad. Cuanto más tiempo esté el menor expuesto a episodios de acoso, mayores serán los daños tanto a corto, medio o largo plazo, siendo algunas de las más importantes e inmediatas la disminución de la autoestima, ansiedad, depresión y por ende esto repercute en un bajo rendimiento escolar y en muchas ocasiones al consumo de sustancias, esto último como forma de evasión. En el menor de los casos, pero no por ello menos importante, la consecuencia límite son las ideas suicidas, que, por desgracia, en ocasiones, algunas víctimas llegan a materializar.

Podría parecer que todo acaba aquí, pero nada más lejos de la realidad, ya que también existen consecuencias a largo plazo, llegando hasta la edad adulta. Y es que, lo sufrido en la juventud en plena etapa de desarrollo, puede crear una personalidad insegura, con una pobre autoimagen, que provoca que estas tengan dificultades en las relaciones sociales de por vida, incluso volviendo a ser víctimas de acoso de nuevo en la etapa adulta, o incluso convirtiéndose ellos mismos en acosadores en un futuro.

En el caso de los acosadores, no debemos olvidar que se trata de menores, que, en muchos casos, no son conscientes de la magnitud de sus actos, tomando estos como meras chiquilladas o novatadas, sin entender al completo el daño que pueden estar causando incluso para sí mismos. Y es que, los propios acosadores, son víctimas de sus propios actos, ya que, sin darse cuenta, están absorbiendo un aprendizaje erróneo de sus relaciones sociales, asociando la consecución de logros a través de la fuerza, el acoso y las amenazas a otros, y como es lógico, este tipo de comportamientos en la edad adulta no pueden llevar a buen puerto, pudiendo provocar comportamientos desviados en su modo de vida, algunos incluso de cierta gravedad, llegando incluso a cometer algunos delitos.

Los menores que son testigos en episodios de acoso escolar, también sufren sus propias consecuencias, siendo diferentes en cada caso, dependiendo de la moral de cada uno de los observadores. Algunos testigos pueden sufrir ansiedad provocada por un sentimiento de culpabilidad al no haber reaccionado debido al miedo a las represalias, en otros, por el contrario, puede provocar una normalización de la violencia, no permitiendo a estos, asimilar y detectar la misma de forma correcta en otros ámbitos de su vida, y en el peor de los casos, y gracias al aprendizaje vicario, algunos testigos pueden llegar a convertirse en acosadores, poniendo en práctica aquello de lo que han sido testigos.

Terminado esta sección, no podemos olvidar a los padres y familiares en general de todos los menores implicados en este fenómeno, remarcando por supuesto al círculo más cercano de los menores víctimas, sufriendo todo tipo de angustia, depresión y todo lo derivado de encontrase con un hijo o hija siendo víctima de «Bullying», llegando incluso a sufrir un vació social en el entorno del centro escolar, por parte de algunos padres de alumnos,  profesores o directores de los mismos, llegando en casos graves a tener que cambiar de centro educativo e incluso de domicilio.

¿Cómo es de frecuente el acoso escolar?

Tras conocer que es el acoso escolar y sus consecuencias para todos los intervinientes directos e indirectos y estando como estamos en la era de la información, podríamos rellenar cientos de páginas con datos y desglosarlos por edades, nacionalidades, sexo y muchas más variables, pero tratándose el presente escrito de un post que lo que pretende en informar, concienciar y ayudara a quien pudiera verse envuelto en esta lacra que muchos menores y sus familias tienen que sufrir, es suficiente con dar un par de datos y extrapolarlo con un poco de sentido común a nuestro territorio o país. Tomaremos para ello el estudio de UNESCO publicado en 2019 del que se resuelve que el 32% de los niños de todo el mundo ha sufrido algún tipo de acoso al menos una vez en el último mes. Eso son aproximadamente uno de cada 3 niños. Desglosado por regiones, dicho informe establece un 25% en Europa, un 31% en Norte América o un 22,8% en América Central.

Con estas cifras sobre la mesa, nos damos cuenta de que los números son alarmantes, aunque personalmente, si el porcentaje fuera inferior, seguiría siendo igualmente grave, dado las características particulares de las víctimas, siendo estas unas de las más vulnerables de nuestra sociedad, y que precisamente esa condición, las convierte en objetivo de demasiados delitos, de los cuales no haremos mención en este post.

¿Cómo prevenirlo?

En materia de prevención contamos con el «Plan Director Para la Convivencia Y Mejora de la Seguridad en Los Centros Educativos y sus Entornos», programa de uso en centros educativos los cuales tratan cualquier tipo de riesgo en dicho entorno, siendo uno de ellos el acoso escolar, así como el «Proyecto ConRed», que fomenta la información entre los estudiantes para prevenir el acoso y ciberacoso entre los mismos por parte de expertos en diferentes materias. También podemos hacer mención del «Plan Estratégico de Convivencia Escolar» que indica la necesidad de implantar la prevención desde la primera infancia, así como otros tantos a nivel autonómico.

En definitiva, disponemos de múltiples herramientas para luchar contra este fenómeno, siendo una pequeña muestra lo mencionado en el párrafo anterior, los cuales, todos y cada una de ellas ponen su objetivo en la educación de alumnos, padres y centros escolares. Se trata de dar a conocer las características de estos casos, así como de concienciar a dar la voz de alarma si se presencia alguno de ellos o si se es víctima saber cómo y a quien pedir ayuda, al igual que saber actuar cuando ya se ha producido.

¿Cómo detectarlo?

Cuando ha fallado la prevención, es decir, cuando ya se ha producido un episodio de acoso escolar, es necesario detectarlo, ya que, aunque lo ideal sería que el menor víctima se dirigiera tanto a los responsables del centro escolar como a sus padres para contarles lo sucedido, la realidad es muy distinta, ya que, en la mayoría de los casos, bien por vergüenza o miedo a las represalias de los propios acosadores, estas víctimas no acuden en busca de ayuda. Ante este escenario, solo queda estar atento a las señales para detectar estos episodios. Tanto desde la observación del profesorado, como alumnado, así como los padres y familiares en general de la víctima, son indicadores importantes a tener en cuenta las faltas de asistencia, un posible deterioro o pérdida del material escolar o enseres personales, falta de amistades, un descenso importante en el rendimiento escolar y en general, cualquier cambio drástico en el comportamiento y las costumbres del menor. Tenemos que tener en cuenta que para estos, el espacio escolar, se convierte en un lugar a evitar, y en el caso de no poder evitarlo, la estancia en el mismo se hace insoportable, por lo que la tarea de centrarse en los estudios, actividades escolares o amistades, se vuelve imposible, viéndose empujados a un aislamiento tanto físico como psíquico.

Por parte de los propios centros escolares, es importante el entrenamiento sistemático, así como la formación, no solo de los profesores, sino todo de personal adulto que interactúe con los escolares, con el objetivo de detectar dichas señales. Estos centros, cuentan además con herramientas como la aplicación «Sociescuela», la cual consiste en unos cuestionarios anónimos sobre las relaciones grupales que los propios escolares contestan de primera mano, respondiendo a preguntas acerca del acoso escolar y sus opiniones. Por un lado, sirven como toma de datos acerca de dicho fenómeno, conociendo el ambiente del centro en materia de «Bullying», por otro, como herramienta de concienciación del alumnado y por último, como autoinforme, ya que tanto acosador como acosado, pueden dar su opinión sobre el asunto, alertando a dicho centro de un posible caso.

¿Cómo actuar?

En este punto, hay que aclarar de antemano que los propios centros escolares disponen de protocolos de actuación ante posibles casos de acoso, por lo que, este post está más dirigido a orientar a los padres de los alumnos los cuales hayan detectado uno o varios episodios de acoso escolar o ciberacoso.

A modo de resumen, hay que indicar que dichos protocolos, tras ser informados en la dirección del centro, tratan de asignar en ocasiones a un par de profesores la investigación del caso, para valorar si realmente existen indicios. Tras recabar la información pertinente, la dirección del centro junto al Jefe de Estudios, Orientadores y el o los menores afectados, se reúnen para valorar el caso y determinar su veracidad. En caso negativo, el caso se archiva. Por el contrario, si determinan que el caso es positivo, ponen en marcha el proceso de intervención, que consisten en aplicar las medidas de protección al menor víctima que consideren adecuadas a cada caso, así como medidas disciplinarias al menor responsable del acoso, informando y haciendo partícipes a los familiares de todos los implicados, incluidos los posibles testigos.

Si el acoso fuera de una importancia más elevada, o las actuaciones realizadas en el centro escolar no hubieran dados sus frutos, y como última medida, este, daría parte a la Fiscalía de Menores para que se hiciera cargo del asunto.

Los propios padres del afectado pueden por su parte interponer una denuncia ante la Fiscalía de Menores, y esta, dependiendo de la edad del menor responsable de los hechos, puede archivar el caso si se trata de un menor de 14 años, previo aviso de este al correspondiente centro escolar. En caso de tener cumplido los 14 años y si el caso fuera de cierta gravedad, tienen en su haber, una serie de medidas para aplicar al menor acosador, dependiendo de esta, que van desde la aplicación de la Justicia Restaurativa, que pretende buscar un consenso entre víctima y victimario a través del perdón del ofendido y la reparación del daño por parte del responsable, así como talleres, tareas socioeducativas y prestaciones en beneficio de la comunidad, todo ello para evitar un proceso penal, que por supuesto, tendrá también un efecto negativo en cierta medida en todos los actores, hasta medidas penales, que serían las más graves.

Conclusiones

Si vamos directos al grano, lo principal y más importante es la educación. A través de esta, podemos asegurar que seríamos capaces de acabar con la gran mayoría de los problemas de esta sociedad, y en lo que respecta al asunto que nos ocupa, no es menos cierto. Pero como la seguridad completa no existe, no sería suficiente con prevenir, por lo que es necesario estar atentos a las señales antes mencionadas para detectar los posibles casos de acoso escolar, sean víctimas, victimarios o testigos, ya que, tal y como se ha detallado, todos son susceptibles de sufrir las consecuencias, pudiendo condicionarles de por vida un tratamiento tardío del asunto.

A lo largo de este artículo, se han señalado los diferentes protocolos y guías de actuación con las que cuentan los centros escolares, pero por desgracia tan solo son eso, guías, las cuales son libres de aplicar de una u otra forma mientras el caso de acoso no salga de sus paredes. Es por esto, que se recomienda que los padres de los menores afectados, sobre todo de los menores víctimas, no dejen todo en manos de dichos centros, ya que por desgracia, en demasiados casos y por diversos motivos, les restan importancia y miran hacia otro lado. Para ello, y tras haber informado al centro en primera instancia, son totalmente libres de avisar a la Fiscalía de Menores si consideran que el centro escolar no está dándole la atención adecuada. Es recomendable también que se tarde el menor tiempo posible en frenar el acoso y ponerlo en aviso. En primer lugar, por el propio bien del menor y las posibles secuelas que estos episodios pudieran provocarle, pero también por que cuanto más tiempo pase, más difícil será demostrar los hechos.

Para finalizar este post, querría puntualizar que los puntos fundamentales para acabar con esta lacra son, prevención, detección y actuación. Si eres víctima de acoso directamente, como si lo sufre un amigo, hijo, hija o familiar en general, no te calles, pide ayuda, da la voz de alarma y denuncia el caso.

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